Por Norma Ronces
Hace poco, en una conferencia que impartí, una persona me preguntó si creía que en el futuro la sostenibilidad sería un factor determinante para la selección de un proveedor. La respuesta es, seguirá siendo y debería ser un rotundo sí, y tendríamos que pensar en un futuro más bien cercano.
Sin embargo, a pesar de que la sostenibilidad es un tópico de moda que aparece por todos lados, aún no se ha convertido en un objetivo primordial en todos los niveles, como la ONU tal vez lo esperaba cuando se definieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) hacia 2030. Si bien la socialización de los objetivos ha avanzado mucho, no ha sucedido así con el cumplimiento de las 169 metas, pues solo el 12% de estas parecen alcanzables a estas alturas. La pandemia tampoco ayudó a sostener los avances.
Cuando vemos ciertos eventos internacionales que tienen lugar en otras latitudes, o las políticas que se han implementado a nivel de comercios y transportes, podríamos deprimirnos viendo que estamos a años luz. O bien, podríamos ponerlos las pilas y ver cómo podemos mejorar.
Así como en otros aspectos de la Alquimia de Eventos, la sostenibilidad requiere conocimiento, preparación, MUCHO trabajo en equipo colaborando a través de la cadena de valor, tanto con los proveedores de esta. Contrario a lo que frecuentemente se piensa, no se trata solo del aspecto ecológico, ni de tomar acciones que “parecen verdes” o “parecen incluyentes” creyendo que bastarán cuando no se ha profundizado en los objetivos ni sus efectos, ya que podría resultar contraproducente.
Entonces, si aún te preguntas: ¿Y eso con qué se come? ¿Por dónde empiezo? ¿Qué es realmente sostenible? ¿Realmente importa? Aquí algunos puntos que quiero dejarte para pensar.
1. Triple bottom line (triple resultado). La sostenibilidad tiene tres pilares fundamentales: ambiental, social y económico. Sí, se busca reducir el impacto ambiental de una actividad determinada (gestión de recursos naturales, huella de carbono, huella hídrica, calidad del aire, contaminación química, etc.), pero también el impacto social (derechos humanos, equidad, calidad de vida, seguridad social, educación, etc.), de la mano con un desempeño ecoómico óptimo (ahorros por eficiencia, economía circular, generación de ingresos, creación de empleos, transparencia, etc.).
2. Cuando lo anterior se atiende, la sostenibilidad es un buen negocio, pues protege la reputación de una organización, facilita el cumplimiento de estándares, propicia relaciones públicas positivas al participar en proyectos significativos, genera lealtad hacia la marca.
3. Existe una brecha entre los clientes que esperan que sus proveedores les propongan alguna acción sostenible y los proveedores que las incluyen en sus propuestas, aunque no se las pidan. Si es importante (o intentamos que lo sea), debemos solicitar información, proveerla, establecer políticas, KPIs, incluir estos temas en los contratos, de modo que no se quede en una buena intención. Al sentamos a esperar a ver si alguien nos lo pide o nos lo ofrece, seguiremos esperando.
4. Para que nuestros objetivos sostenibles se concreten deben ser específicos, medibles y alcanzables. Difícilmente podríamos abordar las 169 metas de los ODS a la vez. Entonces, hay que definir prioridades: qué nos interesa como organización, qué nos queda más cercano, qué empata con nuestros valores, qué de nuestra experiencia o especialización podemos aportar en beneficio de otros, qué ya sabemos hacer e, incluso, qué nos facilitará una mejor imagen.
Por ejemplo, pensemos en una empresa que fabrica herramientas y quiere hacer una actividad con enfoque social o ecológico. Claro que podría donar piezas para reconstruir una escuela dañada, pero también podría involucrar a sus colaboradores en el trabajo con las herramientas de la marca, podría capacitar a otros sobre cómo sacar provecho a un nuevo producto. O bien, podría hacer reforestación con dichas herramientas. No es necesario encontrar el hilo negro, sino ver cómo con eso que ya cuentas o ya haces, puedes aportar a otros.
Ahora bien, para que un efecto sea realmente positivo, debe responder a una necesidad real de la comunidad en la que deseamos impactar, en el momento que podamos hacerlo en verdad. No se trata de qué creo que les gustaría o luciría mejor en su currículo, sino de buscar a los contactos adecuados que nos iluminen el camino, que conozcan esa realidad y nos apoyen a mejorarla.
5. Elegir la sede del evento influye mucho en los resultados: distancia implícita en el viaje y medios de transporte disponibles; instalaciones eficientes en materia energética, adecuado manejo hídrico y de desechos, gestión adecuada de recursos humanos, entre otros.
6. Materiales. Casi lo primero que nos viene a la cabeza es el reciclaje. No obstante, hay otros pasos antes de ello: reducir o eliminar lo no indispensable; seleccionar mejores materiales (no tóxicos, reciclables, etc.); reutilizar; reparar lo que se pueda antes de desecharlo; encontrar nuevos usos a los sobrantes o donar a otros que puedan aprovecharlos; por último, reciclar. Y para ello se requiere un manejo adecuado de los desechos mismos.
Aquí cuenta también el tipo de empaque y de transporte que se usa. ¿Cómo se puede optimizar?
En otro ejemplo, usar materiales compostables solo hará sentido si se cuenta con la infraestructura para hacer composta y se coloca en los contenedores adecuados.
7. Alimentos. Antes de compostar lo primero también es reducir (porciones o variedad, y reconfirmar cantidad de invitados oportunamente); donar alimentos (con sumo cuidado en el proceso); alimentar al ganado (donde es posible); dar un uso industrial a los desechos (como hacer combustibles); luego sí, compostar; al final verter o incinerar lo que no se pudo utilizar. Por supuesto, mejor preferir alimentos de temporada, producidos localmente y de fuentes responsables.
8. Es muy sonada la huella de carbono, que podemos medir, reducir y compensar. Pero la huella hídrica es también súper importante, pues hay alimentos o materiales que consumen mucha más agua que otros.
En los tres puntos anteriores, nos corresponde preguntar sobre qué estamos comprando o incluyendo en nuestros menús, promocionales, stands y demás.
9. La inclusión va mucho más allá de la diversidad sexual. ¿Has pensado en cuánta variedad de seres humanos hay en el planeta y con cuántos de ellos te podrías topar en tus eventos o en tu vida diaria? Población LGBTI+; personas con discapacidad (15 % de la población mundial tiene alguna); personas con restricciones alimenticias (vegetarianos, veganos, así como intolerantes o alérgicos a diferentes alimentos o sustancias); personas de diferentes razas, culturas o religiones (con limitantes en fechas, prácticas o alimentos); personas sensibles al ruido o a la luz…
¿De qué forma puedes hacer tu evento más accesible? De entrada, salgamos de nuestro metro cuadrado y preguntemos desde el pre-registro si algún participante requiere algo en particular. Pero también pongámonos un momento en el lugar de otras personas y evaluemos si llegar, subir, comer, sentarse y demás resulta sencillo o no. Procurar que tu equipo de trabajo o el comité organizador sea diverso, arrojará puntos de vista genuinamente distintos.
10. Parte fundamental para lograr el éxito es la comunicación. Lo que hagas, especialmente si es la primera vez, podría levantar cejas, generar incomodidades ante lo desconocido, sacar a varios de su zona de confort. Entonces, desde la planeación, la invitación, los recordatorios, el desarrollo y el cierre del evento, comparte información vital: qué estás haciendo, por qué y para qué; qué esperas lograr; qué necesitas de los participantes antes, durante o después. Y al final, comparte los resultados para que no solo seamos un equipo cuando hay que trabajar, sino también cuando hay que celebrar o reconsiderar algo con miras al siguiente evento.
Al igual que sucede con la aplicación de tu magia personal para transformar un evento, la sostenibilidad te resultará más familiar cuanto más se acerque a lo que ya haces en tu día a día. Sea por la parte ecológica (desde hacer separación de basura en tu casa o evitar los desechables) o social (si apoyas a una causa determinada o cuidas de tus empleados), o por la forma en que conduces tu negocio, es mejor hacer una cosa muy bien, que muchas a medias, o hacer ninguna. Evita el greenwashing porque solo hiciste algo para la foto de Instagram. Encuentra un significado que resuene en ti y tu organización.
La sostenibilidad ya no debería ser una opción sino una exigencia entre unos y otros. Así como podemos ser Alquimistas de Eventos que demanden mejores servicios y provean mejores servicios en la Industria de Reuniones, hagamos también la diferencia hacia el planeta, la gente y el desarrollo económico generalizado.
¿Y tú, por dónde empezarás hoy?
Norma Ronces
Alquimista de eventos corporativos y potenciadora de meeting planners profesionales.