Por: Alejandro Escalante*
En el mundo de los eventos corporativos, donde el estrés es constante, los tiempos son ajustados y cada decisión cuenta, el cómo nos comunicamos con nuestros clientes puede ser tan determinante como el qué hacemos. Una de las peores decisiones que alguien puede tomar, ya sea líder, colega o proveedor, es corregir a otra persona en público. La segunda, igual de desafortunada, es decirle directamente: “Estás equivocado”.

En este sector, donde la coordinación entre múltiples equipos es fundamental, mantener relaciones sanas y productivas es esencial. Y aquí es donde entra el verdadero liderazgo, no solo en el sentido jerárquico, sino en la forma de influir positivamente, incluso cuando se trata de dar retroalimentación a un cliente.
Corrige en privado, elogia en público
Corregir públicamente no solo es innecesario, sino que puede dañar relaciones, minar la moral y generar resentimientos difíciles de reparar. Lo que pudo haber sido una oportunidad para construir confianza, se convierte en una grieta que divide.
En cambio, la corrección en privado, bien intencionada y enfocada en la mejora, se recibe como una muestra de respeto. No se trata de evitar los conflictos, sino de elegir el momento, el tono y el lugar adecuado.
Y cuando algo sale bien, cuando un proveedor entrega antes de tiempo, cuando un compañero resuelve una crisis, cuando un jefe escucha una idea y la pone en marcha… entonces sí: elogia. Hazlo visible, en público, en frente del cliente o del equipo. Ese refuerzo positivo construye cultura, compromiso y pertenencia.

Liderar no es mandar, es inspirar, incluso hacia arriba.
En muchas ocasiones, quienes trabajamos en producción o logística tenemos que retroalimentar a algún cliente: un gerente de marca que cambia el concepto en el último minuto, un director que presiona sin considerar los tiempos de montaje, o un cliente que pide algo que pone en riesgo la seguridad del evento. Aquí también aplica la regla: nunca se trata de demostrar quién tiene la razón, sino de construir soluciones sin perder el respeto.
¿Necesitas que tu cliente «se ponga las pilas»? Enfócate en la tarea. En cómo lograr el objetivo común. En mostrar con datos por qué es mejor tomar otro camino. Hazle sentir que estás a su lado, no en su contra. Y, sobre todo, habla desde la dignidad.
* CEO en Parelelo Meetings and Events y presidente de MPI México.