Por: Alejandro Escalante*

En la industria de eventos, hay una frase que escuchamos demasiado: “Eso a mí no me pasa”. La decimos cuando vemos accidentes, cuando leemos titulares, cuando escuchamos rumores en los pasillos de congresos y convenciones. Pero la verdad es que sí, sí puede pasarte. Le puede pasar a cualquiera de nosotros.
Este fin de semana, durante el festival AXE CEREMONIA, dos jóvenes fotógrafos, Berenice Giles y Miguel Ángel Rojas, fueron víctimas de una tragedia evitable. Una estructura de elevación —normalmente usada para trabajos de altura— fue adaptada sin criterio técnico como elemento de señalética, con una pieza estructural añadida en su parte superior. La estructura colapsó y cayó sobre ellos.
Esto no es un hecho aislado. Es el reflejo de una práctica común y peligrosa: improvisar sin entender las consecuencias. En nuestro mundo, el de la producción de eventos, abundan los “ahorros” mal entendidos, las soluciones rápidas, los atajos. Y también abundan las excusas: “Es que Protección Civil complica todo”, “¿Para qué pagar a un Director Responsable de Obra?”, “No necesitamos al rigger de la casa, ya tenemos quien lo monte”. Nos quejamos, los vemos como trabas, cuando en realidad son los mínimos que deberíamos exigirnos.
Y aquí vale la pena hacernos una pregunta incómoda: ¿Cuántas tragedias más nos van a costar entender que lo barato puede salir carísimo?
Organizar eventos no es sólo hacer cosas bonitas, emocionantes o virales. También es una enorme responsabilidad. Se dice —con razón— que esta es la tercera profesión más estresante del mundo, después del médico y el profesional de seguridad. ¿Por qué? Porque cada vez que abrimos puertas al público, lo que está en juego no es sólo la experiencia… sino vidas humanas.
Un buen organizador no es sólo creativo. Es quien entiende que la creatividad no debe ir peleada con la seguridad. Es quien prioriza la prevención antes que la reacción. Es quien exige trabajar con expertos certificados, no con improvisados. Es quien ve en cada checklist, simulacro o inspección una garantía, no un trámite.
Hoy, como industria, tenemos que mirarnos al espejo.
No se trata sólo de evitar la próxima tragedia. Se trata de profesionalizar un gremio que no puede permitirse seguir jugando con la suerte.
Es hora de tomarnos en serio lo que hacemos.
De trabajar en nuestras certificaciones.
De exigir profesionales capaces.
De dejar de normalizar el riesgo.
Porque no hay escenario, activación o experiencia que valga más que una vida.
Porque sí, a ti también te puede pasar.
*Presidente de MPI México, CEO de Paralelo Meetings and Events.